martes, 6 de agosto de 2013

VALORANDO NUESTRA ARTESANÍA

La artesanía es la más importante manifestación artística del país. Arte popular y folclore es el pilar que diferencia un pueblo de otros, que le otorga su propia personalidad (Félix Oliva, 1986).
El Perú, debido a la tradición cultural que todos conocemos, posee un pueblo creador por naturaleza. Basta observar nuestros museos u otros en diferentes latitudes, dedicados a la cultura andina, para darnos cuenta de la riqueza que ha existido y que aún existe debido a los artistas populares o artesanos, quienes a pesar del constante bombardeo de influencias ajenas a lo nativo en todos los ámbitos culturales, mantienen vivas sus tradiciones; más aún, es evidente que hay incremento tanto en la producción como en la calidad. La mayor producción de objetos de arte que se producen en el país es de origen artesanal. E incluso en el caso de la música, es la vernacular la que más se comercializa a través de CDs. 
El interés por la artesanía y su preservación no puede estar alejado del movimiento indigenista que se gestó en las primeras décadas del siglo pasado. El movimiento indigenista ha sido, en la década de los veinte y posteriores, un factor importante en lo que ahora está floreciendo en cuanto a la búsqueda de identificación de lo nacional. Lo peruano se identifica por su indigenismo, por su cultura andina. No es raro que este indigenismo tuviera su origen en la década de los veinte del pasado siglo, ya que significaba una identidad nacionalista y de liberación que en esos momentos comenzaba a gestarse dentro de los movimientos sociales de la época. La música andina ha entrado con mucha fuerza, particularmente entre la gente joven, en una innumerable cantidad de grupos de la canción popular que tienen su inicio al comienzo de la década del setenta. Bailes y danzas andinas son ya parte del entretenimiento de muchas reuniones y fiestas. Sin embargo, y pese a todo lo anteriormente reseñado, nuestra cultura con sus manifestaciones de arte popular, mitos, fiestas, bailes, música, etc.; está permanentemente amenazada por culturas y manifestaciones ajenas. Son los medios masivos de comunicación los principales vínculos de esta amenaza. Oír las estaciones de radio de la capital para escuchar en un 90% un bombardeo sistemático de música no peruana, mensajes publicitarios que nos martillan que no hay mejores productos que los que son importados. Sucede lo mismo con la televisión y los órganos de prensa. Parecería que existe un intento de borrar por completo toda nuestra identidad, personalidad, usos culinarios, modos de vestir, hablar y de vivir, convirtiéndonos en un país sin alma. Cambiar esta situación depende de nosotros, ¿daremos mas valor a las cosas que vienen de afuera, o a lo que es nuestro? 

Referencia histórica de la Artesanía 


El arte popular comenzó a aparecer en Lima a partir del año cincuenta del siglo pasado, con las migraciones de pobladores de la sierra, que se constituyeron en la periferia de Lima. Estos, vendiendo productos artesanales lograban en algunos casos su sustento. La demanda de estos productos trajo como consecuencia, por un lado, que en la avenida 28 de Julio del distrito de La Victoria, en Lima, se constituyeran ferias artesanales para fiestas patrias y fiestas navideñas, y, por otro, que en el Art Center, del distrito de Miraflores, se comenzara a dar cursos de arte; al mismo tiempo que se realizaban en su local pequeñas muestras de arte popular. Este fue posiblemente el punto de partida de la introducción de dicho arte en los medios burgueses de nuestra sociedad.

El turista o el extranjero residente en el país se convirtió en un consumidor muy fuerte de nuestra artesanía, y por ende en su mejor promotor. Al buscar un arte peruano lo encontraron en nuestra artesanía. Por lo general, el extranjero residente en el Perú era una persona económicamente solvente, ya que la mayoría estaban ligados a las embajadas, o a alguna importante empresa extranjera. Así, al mostrar en sus hogares piezas y adornos de artesanía local, impactaban y hasta desconcertaban a muchos de nuestros conciudadanos, que poco a poco se fueron interesando por la artesanía. Posteriormente, a mediados de los años sesenta se realizaban ferias en diferentes partes de la capital con productos artesanales. La del distrito de Surquillo se convirtió en una de las más importantes, muchos turistas comenzaron a comprar artesanía en Lima, ya que por su volumen y fragilidad les era más conveniente adquirirlas en la capital que trasladarlas por los diferentes lugares que visitaban, evitando así que las piezas se deterioraranLas exportaciones se sucedían con mayor intensidad, y la demanda de productos artesanales se multiplicaba. Muchos artesanos se veían en la imposibilidad de cumplir con los requerimientos de la demanda, ya que su producción era limitada, por el hecho de tener otras ocupaciones que realizar pues la mayoría eran campesinos. El Banco Industrial del Perú creó un departamento de fomento a la artesanía con créditos muy ventajosos, pero al mismo tiempo muy complicados. La demanda de avales, garantías, seguros y una tramitación sumamente compleja motivaron que muchos artesanos generalmente no pudieran acogerse a dichas facilidades. A fines de la década del sesenta, sucedieron dos hechos importantes: uno fue una gran muestra de artesanía en el Museo de Arte de Lima de la colección del Sr. Jorge Thomas en 1966. Además, se formó en ese año la Asociación Nacional de Artesanos, que realizó en 1967, en el mismo museo, la primera Bienal Nacional de Artesanía que obtuvo un gran éxito, pues se expusieron objetos tanto de artesanía tradicional como contemporánea de todo el Perú. Además, durante la Bienal se propiciaron una serie de conferencias y mesas redondas, así como la venta de dichos objetos. Para 1968 se organizó en Lima un Congreso Mundial de Artesanos auspiciado por el World Craft Council, organización que agrupa a artesanos, artífices y artistas de todas partes del mundo. Más de mil quinientos artesanos de diferentes latitudes invadieron Lima con sus atuendos típicos y también trajeron sus productos para una gran exposición. Todas estas tareas de difusión trajeron como consecuencia la creación por el Banco Industrial del Perú de “Artesanía del Perú S.A.”, entidad de fomento que se dedicó a la venta y exportación de dichos productos. Esto creó una ola negativa para la producción artesanal, productos de baja calidad comenzaron a invadir las exportaciones y el mercado localCompradores extranjeros comenzaban a devolver o a desechar productos que, por un lado, no portaban características de autenticidad, y, por otro, no tenían una calidad óptima. Artesanías del Perú se convirtió en un ente burocrático de explotación a los artesanos. Algunos exportadores se dieron cuenta y emprendieron la búsqueda de piezas de buena calidad. Los mismos artesanos lo percibieron y comenzaron primero rechazando los diseños que el Cuerpo de Paz les imponía, regresando a los diseños tradicionales o a la búsqueda propia de nuevos diseños que su medio ambiente les proporcionaba, especialmente en la producción textil, siguiendo este camino de trabajo serio, autónomo y creativo. Los buriladores de mate de Huancayo y Ayacucho se han convertido ahora en los mejores artistas peruanos dentro del mundo plástico nacionalArtesanías del Perú S.A. se convirtió en EPPA PERÚ (Empresa Peruana de Producción Artesanal), creándose en los años setenta la Dirección Nacional de Artesanía en el entonces Ministerio de Industria y TurismoLas iniciativas del gobierno en cuanto a sus programas de apoyo y ayuda siempre fueron infructíferas para con los artesanos, aquí cabe evocar nuevamente al aspecto cultural y falta de entendimiento y conocimiento de nuestras culturas ancestrales, de cómo se rigen y han regido a través de su historia sus patrones de conducta y costumbres, de entender sus necesidades como prioritarias, el aspecto socio económico de los artesanos, de analizar su entorno para dar una ayuda real. Es por esta forma de visión de los gobiernos que generalmente han fracasado en sus programas de ayuda y desarrollo. 

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